Sor Emmanuel Maillard
Hace 2.000 años, Nuestro Señor Jesucristo dio el nombre de esta increíble solución ¡Oración y ayuno! Pero con el paso del tiempo nos hemos olvidado. Hoy en día, Nuestro Señor Jesucristo nos envía a su Madre y Ella simplemente repite las instrucciones, paso a paso, con su típica delicadeza materna. Cuando ayunamos y rezamos, hacemos que Dios pueda obrar muchos más milagros en nuestras vidas y en las de los demás. Renunciamos a la comida de cada día, y ello crea espacio (libertad en nuestros corazones), un espacio en el que Dios puede actuar, obrar y hacer cosas realmente excepcionales en nuestro interior, en nuestras vidas y en las vidas de los demás.
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